Políticas públicas y futuro de los pagos digitales en América Latina
Por: Lucas Ernesto, líder de Sumia y gerente de innovación en Kuvasz Solutions
La digitalización de los pagos ha dejado de ser un lujo para convertirse en una necesidad estratégica de los países. Desde la experiencia de Brasil con Pix, hasta los primeros pasos de Colombia con Bre-B, vemos cómo los sistemas de pagos inmediatos transforman la economía al reducir costos, generar inclusión y fortalecer la trazabilidad. Sin embargo, su éxito no depende únicamente de la tecnología, sino de algo aún más complejo: la articulación de políticas públicas claras, inclusivas y sostenibles.
He tenido la oportunidad de participar en la implementación de estos sistemas y he aprendido que, sin un marco regulatorio bien diseñado, los avances son lentos y desiguales. La regulación no puede limitarse a establecer reglas operativas; debe crear incentivos para la adopción, garantizar la seguridad del sistema y fomentar la innovación.
Tres pilares estratégicos para implementar sistemas de pagos inmediatos
La experiencia internacional muestra que existen tres pilares fundamentales que deben guiar la estrategia de políticas públicas y de los actores privados:
El primero es la colaboración multisectorial.
Ningún sistema de pagos prospera si bancos, fintech, comercios, consumidores y autoridades trabajan en silos. La cooperación es vital para definir estándares comunes y asegurar que todos los participantes se beneficien. Brasil lo entendió bien: el Banco Central no solo dictó reglas, sino que escuchó a la sociedad y al ecosistema financiero antes de lanzar Pix.
En segundo lugar, se debe tener una definición de casos de uso claros.
La tecnología por sí sola no garantiza adopción. La clave está en responder a necesidades reales: pagos recurrentes, recaudación de servicios públicos, pagos en cuotas o soluciones diseñadas para poblaciones vulnerables. Cuando los casos de uso se conectan con la vida cotidiana, la adopción se acelera.
Finalmente, es necesario contar con una infraestructura robusta y confiable.
La confianza es el activo más importante de un sistema de pagos. Las plataformas deben ser seguras, escalables y capaces de operar 24/7. Esto exige inversión tecnológica, pero también modelos de negocio que hagan sostenible la operación, incluso para instituciones pequeñas.
América Latina: un mosaico de oportunidades y retos
Cada país de la región enfrenta realidades distintas. Brasil está a la vanguardia, con millones de usuarios que utilizan Pix a diario. Chile y Perú han avanzado en digitalización, aunque todavía tienen retos en interoperabilidad y competencia. México y Colombia muestran un gran potencial: el primero por su tamaño de mercado, el segundo por su oportunidad de transformar un ecosistema aún muy dependiente del efectivo.
La región comparte un objetivo común: reducir la dependencia del efectivo y avanzar hacia economías más trazables, inclusivas y eficientes. Pero el camino será diferente en cada país, según su nivel de bancarización, infraestructura tecnológica y voluntad política.
El futuro: interoperabilidad regional y pagos transfronterizos
El siguiente gran paso no será solo implementar sistemas locales, sino lograr que se comuniquen entre sí. América Latina necesita un modelo de interoperabilidad regional, que permita a un turista pagar con la misma aplicación en distintos países, o a una empresa operar transacciones entre fronteras sin costos excesivos.
En Sumia ya estamos explorando este futuro. Pilotos como los que buscan conectar Pix con sistemas de otros países muestran que es posible construir corredores de pagos inmediatos. Esto no solo favorece al turismo o al comercio exterior, sino también a millones de migrantes que hoy envían remesas con altos costos y tiempos de espera.
Políticas públicas para el futuro digital
Si queremos que este futuro sea una realidad, las políticas públicas deben avanzar en varias direcciones. Una de ellas, tal vez la más importante es promover la inclusión, es decir, diseñar incentivos para que pequeños comercios y ciudadanos vulnerables adopten pagos digitales.
De igual manera se debe garantizar la competencia y evitar monopolios para abrir espacio a las fintech y a nuevos actores que aporten innovación. También, fortalecer la seguridad, al exigir estándares de protección de datos y prevención de fraude que generen confianza.
Otro elemento importante es facilitar la interoperabilidad, paraImpulsar acuerdos bilaterales y multilaterales que hagan posible la integración regional. Y, finalmente, educar al consumidor, pues sin pedagogía, la desconfianza hacia lo digital puede frenar la adopción masiva.
Una visión conjunta
El futuro de los pagos y de las transacciones digitales en América Latina no depende solo de la tecnología. Depende de nuestra capacidad de articular visión, regulación y colaboración. Los integradores, como Sumia, tenemos la misión de acompañar este proceso, conectando tecnología con negocio y facilitando que más actores participen.
Como región, tenemos la oportunidad de aprender de experiencias exitosas y de construir un modelo propio, adaptado a nuestras necesidades sociales y económicas. Si lo hacemos bien, los pagos inmediatos no solo serán una innovación financiera: serán un motor de inclusión y desarrollo para millones de personas.