Más allá de la transformación del sistema de salud: El rol clave de las empresas
Por: Mario Casas Maldonado
El sistema de salud colombiano ha logrado avances notables en las últimas décadas. No obstante, persisten desafíos como el envejecimiento poblacional, la alta carga de enfermedad, las barreras de acceso, la sostenibilidad financiera y la necesidad de un enfoque más centrado en la prevención. Resolver estos retos exige un compromiso colectivo.
Cuando se habla de la situación del sistema de salud, el foco suele centrarse en el papel del Estado: normativas, presupuestos, prestadores públicos, reguladores. Sin embargo, cada vez es más evidente que la transformación real y sostenible del sector también puede nacer desde otros espacios, como las organizaciones empresariales. Las empresas, con su capacidad de gestión, innovación y cercanía con las personas, tienen un enorme potencial para contribuir activamente al bienestar colectivo. Lejos de ser espectadoras, pueden convertirse en protagonistas de un cambio estructural, con una mirada práctica, humana y de largo plazo.
En Colombia, donde se proyecta una cobertura del 98% para 2025, el debate ya no debe limitarse a cuántas personas están afiliadas al sistema de salud, sino a cómo podemos construir un modelo más preventivo, equitativo y centrado en la experiencia del usuario. Esa transformación no vendrá únicamente de una reforma institucional. También se gesta en los espacios donde se toman decisiones que afectan a millones de personas: las empresas.
Hoy, las organizaciones tienen tres frentes clave para ejercer un rol transformador en salud, y cada uno representa una oportunidad para generar valor compartido.
Primero, promover un liderazgo ético y centrado en las personas. Esto implica ir más allá del cumplimiento normativo y construir una cultura organizacional en la que el cuidado sea parte esencial de la estrategia. Escuchar a los colaboradores, entender sus realidades y ofrecerles opciones reales para acceder a servicios de salud de calidad fortalece tanto el bienestar como el compromiso.
Segundo, incorporar el bienestar como un eje estratégico del negocio. En un entorno donde el ausentismo por causas médicas y el desgaste emocional son desafíos constantes, las empresas tienen la posibilidad de ofrecer soluciones concretas. Contar con beneficios como programas de salud mental, campañas de hábitos saludables o seguros voluntarios de salud —que complementan el sistema general y permiten un acceso más ágil y personalizado— se ha convertido en una herramienta poderosa para atraer y retener talento. Estas medidas no sólo fortalecen la propuesta de valor como empleadores, sino que impactan directamente en la productividad y la sostenibilidad organizacional, además de generar un impacto real, aportando a una situación de alto alcance en la sociedad.
Tercero, construir alianzas para sumar esfuerzos. La salud se transforma con la participación de varios actores. Las empresas pueden trabajar de forma conjunta con universidades, organizaciones sociales y comunidades para impulsar soluciones compartidas. Por ejemplo, pueden apoyar campañas de prevención en salud, participar en programas de bienestar o desarrollar proyectos piloto entre entidades. Estas alianzas permiten ampliar el impacto y generar beneficios tanto para sus empleados como para el entorno en el que operan.
La salud del futuro no se diseña únicamente en los ministerios o a través de una reforma del sistema. También se construye cada día en las organizaciones que deciden apostar por el bienestar como parte de su visión empresarial. La transformación del sistema requiere de todos, y las empresas tienen el potencial —y la responsabilidad— de ser parte fundamental de ese camino.